El fresco también se llama "la pintura eterna" porque, al ejecutarse sobre yeso todavía fresco, el color se fija naturalmente con la cal contenida en el yeso y permanece indeleble durante un tiempo ilimitado. El yeso, que debe permanecer húmedo mientras se trabaja sobre él, se aplica poco a poco, en la cantidad que el pintor cree que puede pintar en un día. El fresco requiere un perfecto dominio de la técnica y la capacidad de pintar con gran rapidez y confianza porque, a diferencia de otras técnicas de pintura, no admite titubeos ni correcciones.A medida que el fresco se seca, se forma una película dura y cristalina que fija permanentemente los pigmentos minerales y naturales de los que está hecha la decoración, adquiriendo, y al mismo tiempo dando, transparencias y un brillo único. El fresco es una técnica muy antigua: ya se utiliza en Egipto, Grecia y Roma, pero con Giotto en Italia adquiere una importancia histórico-artística universalmente reconocida. Durante el Renacimiento, el fresco se hizo muy popular y hay muchos frescos visibles en Italia: uno de los más famosos es la Capilla Sixtina de Roma, luego otros en Florencia, Verona, Venecia, Urbino, Milán, Pompeya, Palermo, Asolo, Padua, en las villas venecianas, en Maser, Treviso. Todo gran artista famoso o anónimo tiene frescos pintados.
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